domingo, 26 de abril de 2009

Paranoia

Últimamente me siento idiota.
Le veo aparecer y lo primero que hace mi corazón es desbocarse en mi pecho a un ritmo desenfrenado mientras mi cabeza grita: "¿Qué hago? ¿Qué hago? ¿Le digo algo? No, mejor pasa. No, si no le dices nada pensará que pasas de él. Va, vé y dile algo. Va, voy... No, mejor no, si voy pensará que le voy detrás, perderá el interés en buscarme y acabará pasando de mí. Lo mejor es ir distante... Ni te afecta ni te importa... Mentira, me afecta y me importa. Voy a decirle algo. Si, va, hay que ser valiente en esta vida. Y si luego me arrepiento, pues me arrepiento...

Mierda, ya se ha ido."



El amor nos vuelve tontas... y nos hace pensar demasiado.

jueves, 23 de abril de 2009

Sant Jordi 2009


QUATRE COSES
M'abelleixen quatre coses:
-qui prou les sabrà lloar?-
El sol que bada les roses,
l'aigua que les fa brostar,
la rosada que les mulla
i el vent que les esfulla
per no veure-les secar.
Maria Antònia Salvà

domingo, 19 de abril de 2009

Los diamantes no son el mejor amigo de la mujer, son las flores

La inquietud se notaba en sus ojos, en su rostro, en sus gestos. Caminaba de un lado a otro de la estación con paso ligero pero nervioso. Un leve temblor en su mano izquierda le delataba cuando miraba su reloj y dirigía la vista hasta el panel donde se anunciaba la llegada del próximo tren.
Pero no era esa la razón por la que me había fijado en él. Tampoco lo eran la camiseta de los Ramones que vestía mal combinada con unos vaqueros desgastados.
La razón por la que media estación estaba pendiente de sus pasos era por el ramo de flores que llevaba en su mano derecha. El chaval no lo escondía, pero tampoco lo enseñaba. Era evidente que no le agradaba ser el centro de todas las miradas, pero su impaciencia y nerviosismo mal disimulado entretenía la espera a turistas y ciudadanos que aguardaban la llegada del tren.
La mecánica voz femenina del metro cantó con su habitual monotonía la llegada del tan esperado tren. El chico, realizó un ágil movimiento ensallado mentalmente durante su espera, y escondió el ramo de flores tras su espalda. Un gesto algo infantil, pero no por ello menos dulce.
Se abrieron las puertas del metro. Y salió ella.
En ese momento, le dió igual que media estación mirara y estubiera pendiente de la reacción de su chica. Sacó el ramo de flores de su espalda y con una sonrisa se lo entregó.
Este mundo necesita una cura de romanticismo. Este mundo necesita que se regalen más flores. Porque los pequeños detalles se hacen grandes a los ojos de quien los recibe.

Per la Glòria,
No he abandonat el blog, tranquila ;)